sábado, 13 de agosto de 2011

35.000 panes y 35.000 quesos


Miro por la ventanilla y sólo veo nubes y el ala del avión. Estoy a 35.000 pies de altura (unos doce mil metros) según la azafata y no puedo evitar imaginarme a un pibe haciendo pan y queso en el aire desde el suelo hasta donde estoy ahora. No es mi primera vez en el aire; sí en avión. Cuando estuve en el servicio militar hicimos una experiencia de combate en helicóptero. En aquella ocasión yo viajé en el borde del portón trasero de un Bell UH1H (los mismos de Apocalypse Now) de cara al vacío con uniforme de combate y sostenido tan sólo por un cinturón de seguridad flojo (y no inercial). Pero claro, entonces no volé por sobre las nubes.
Ver las nubes desde arriba tiene un efecto celestial, literalmente hablando, por supuesto. La primera imagen que se me viene es el arpa, la túnica, la aureola y las alitas. Escucho Amanece en la Ruta de Sueter en mi banda de sonido interna. Pensar que mi vida depende de la pericia del piloto y de la fortaleza del avión. Por cierto, el avión es más parecido al Ajira 316 que al Oceanic 815. Sobre todo por las alas chanfleadas. No tengo idea acerca de dónde estoy. Calculo que en este momento miro tierras uruguayas con el tercer ojo (vulgarmente conocido como ojete), pero la cantidad de nubes no me permite ni siquiera aventurarme a asegurarlo. Supongo que para llegar a Porto Alegre no hace falta sobrevolar el océano, aunque desconozco las oscuras rutas que manejan las líneas aéreas. Como sea, la sensación general que me invade es una profunda paz. Tengo millones de motivos por los cuales hacerme mala sangre, renegar, echar mierda, quejarme, etc., etc., etc. Pero en este momento todo lo que me provoca es mirar por la ventanilla y dejarme inundar por la placidez de esta mañana cálida y despejada a su propio pesar. Capaz que abajo esté lloviendo, quién te dice, pero por acá sólo veo el cielo celeste y el manto de nubes un kilómetro para abajo. Las preocupaciones, el malhumor, el laburo, la guita, la casa, las cuentas, nada de eso importa ya. Estoy en paz conmigo mismo y con el universo. Posiblemente eso se termine al pisar suelo brasileño, quizás al regresar a suelo argentino. Me importa muy poco. Todo es aquí, todo es ahora, el contexto y las circunstancias no existen. El mundo se detuvo en el interior de este pájaro de lata. Me quedo entonces a la espera del aviso de llegada a POA. El mundo es un lugar maravilloso el día de hoy.
Y por cierto, es mucho mejor escribir en un avión que en el subte.

1 comentario:

  1. Ah que maravilla ver las nubes desde arriba, es indescriptible, pero que bien lo contaste. Yo hice mi primer viaje sobre las nubes en el 2005 y mi experiencia anterior también era en helicóptero. Dicen que cuanto más se separa uno de la tierra (se eleva) más fácil es el contacto con la parte espiritual de uno mismo, que es paz, que es perfección. Y debe ser nomás, porque es casi una "experiencia religiosa". Que lo pases lindo.

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