domingo, 31 de julio de 2011

Subte


El subte es una experiencia fantástica. Viajar así, hacinado y encapsulado, recorriendo túneles que atraviesan las tripas de una ciudad en permanente ebullición. La gente no sabe identificar lo maravilloso, a tal punto llega el dopaje de sus sentidos. Ellos se dejan arriar mansamente por ganaderos invisibles mientras viven la fantasía de manejar sus vidas. Tienen un pequeño y mezquino atisbo de felicidad cuando llegan primeros a apoyar el culo en un asiento disputado y así con muy poco van felices o no cada mañana a ese matadero cotidiano adonde les chupan plusvalía y los reducen a serviles engranajes de un sistema despiadado que les ofrece una ínfima limosna a cambio junto con la patética ilusión de que "tienen un buen sueldo". Y aquí voy yo entonces, desgranando estas futiles reflexiones mientras llego tarde al laburo.