viernes, 6 de junio de 2003

Ciencia y religión

De hecho la guerra que se combate ahora es la misma que se combatía hace diez siglos en las Cruzadas. Cristianos versus musulmanes. Sólo que los cristianos ya no son tan cristianos, sino que levantan por sobre todo las banderas del Capitalismo, la Libertad y la Ciencia. Porque la realidad es que en los últimos cien años la ciencia vino a reemplazar a lo que conocemos como religión. Vamos por partes, ¿qué es una religión? Desde el comienzo de la Humanidad, religión ha sido todo aquel conjunto de mitos creados por los hombres para explicar todo aquello que les era demasiado oscuro como para entenderlo de manera natural. La creación del mundo, del ser humano, las fuerzas de la naturaleza, el día, la noche, el mar, la tierra, todo encontraba respuesta si era necesario, y satisfacía la curiosidad natural de los pueblos, al tiempo que ahuyentaba el miedo a lo desconocido, enemigo arcaico y primal del género humano. Y desde la época del iluminismo, la encargada de responder todos esos interrogantes es la ciencia. Ahora todos sabemos que la Tierra es redonda y gira junto con ocho planetas más alrededor de una estrella a la que llamamos Sol. Sin embargo, no tenemos la misma certeza acerca de la existencia de Dios. ¿Significa que la ciencia ha reemplazado a la religión? Sí, pero no del todo. Existen dos aspectos en los que la ciencia no puede contra su vieja enemiga, y esos mismos son los pilares en los que la religión (nuestra religión, occidental, por más que hoy reniegues de ella) se basa: La vida de ultratumba y la Voluntad Divina. Por un lado, uno de los mayores interrogantes que arrastró la Humanidad desde sus albores es si hay vida después de la muerte, tanto que todas las religiones tienen una idea formada al respecto. Los egipcios preparaban a sus muertos con todas sus posesiones terrenales para realizar el viaje al más allá. Los católicos, en cambio, estamos condenados a pasar toda una vida de sufrimientos y privaciones porque sabemos que luego tendremos la recompensa del Paraíso, previo Juicio. La ciencia, en cambio, en el mejor de los casos no dice nada. En el peor, sentencia dramáticamente que cuando te moriste game over, desenchufaste el aparato y todo lo que había adentro se perdió. Demasiado para lo que puede soportar un ser humano.
Y el tema de la voluntad divina. Siempre es bueno tener un amigo influyente a quien pedirle favores cuando las cosas no pintan bien. Puede ser alguien del Gobierno, la secretaria del gerente, o si no queda otra Dios. Que en su infinita bondad y sabiduría siempre se va a hacer un ratito para ocuparse de nuestros problemas. Ni sueñes que la ciencia va a hacer algo parecido. Esa es la razón de la proliferación de iglesias alternativas: te ofrecen la posibilidad de pedir favores sin necesidad de sufrir de la manera que exige la iglesia católica. La combinación es ideal: podés divertirte tranquilo que igual te voy a ayudar. Nada más dejá unos mangos en la caja de la iglesia. De ahí al becerro de oro, un paso. Pero si hoy la iglesia aparece desvirtuada no es culpa de nadie más que de la iglesia misma, que a través de los siglos permitió, entre otras cosas, la creación de santos que no sirven más que para disimular una situación real de politeísmo; una institución como la Inquisición, responsable de la muerte de miles de personas basándose sólo en sospechas; la supuesta evangelización de los indígenas americanos, responsable de un genocidio sin comparación a lo largo de la historia. Concluyendo, entonces: la gente necesita respuestas, no sólo a los problemas cotidianos sino también a las preguntas trascendentales, aquellas que existen desde que el hombre tomó conciencia de su presencia en este mundo. La ciencia puede responder cada vez más de éstas, pero para las demás siempre será más cómodo y simple seguir confiando en la religión. Después de todo, la Biblia es más fácil de entender que la teoría de la relatividad. Pero no ha habido ninguna guerra entre los partidarios de Freud y los de Lacan.